Maximiliano Soto: “Mi música es tal vez para un público que no existe”

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Maximiliano Soto (33). Llegando un día a su casa en Freiburg, una tarde de diciembre del 2023, el compositor chileno recibió una carta que le llamó la atención. Era de la Academia de las Artes de Berlín que lo invitaba a participar del Premio Busoni de composición, uno de los reconocimientos más importantes de la música en Alemania.

Dos meses más tarde, Maximiliano recibió otra carta. En ella, le informaban que había ganado, convirtiéndose en el primer hispanohablante en recibir el premio.

Su interés por la música comenzó mucho años antes. En Chile.

Maximiliano es de Santiago y creció en Providencia. Dice que el arte siempre ha sido parte de su vida. Cuenta que partió incursionando en la fotografía y, tiempo más tarde, mostró interés en la poesía, donde incluso tuvo la oportunidad de hacer cursos con el destacado Raúl Zurita.

Cuando cumplió 14, comenzó a desarrollar una nueva faceta en la música. “Empecé a estudiar piano por iniciativa propia”, afirma. Aunque no siempre contó con el respaldo de su familia. “Ese fue mi primer gran desafío”, agrega.

En 2007, Maximiliano entró a la Universidad de Chile. De esa institución, se tituló tras cerca de cinco años, en Licenciatura en Artes con mención en Composición Musical. Su carrera ha estado marcada por altos y bajos, pero gracias a su constancia, ha logrado obtener distintos reconocimientos que lo han llevado a ser hoy un artista respetado en el medio.

En 2016 ganó el Premio Carlos Riesco de la Academia Chilena de Bellas Artes. En 2018 obtuvo el Premio Pulsar de la Sociedad de Derechos de Autor y en 2023 el Premio Ibermúsicas de composición. Además, de participar en la fundación y dirección del Ensamble Colectivo Azul en Chile y del Kompass Ensemble en Freiburg.

  • ¿Cómo llegaste a Alemania Maximiliano?

El papá de mi esposa era migrante español en Chile. Ella tenía el pasaporte europeo y fue quien me convenció de irnos a Europa. Yo llevaba un año cesante o tenía algunos trabajos de medio tiempo. Me dijo que lo intentáramos.

El 2016, al final de ese año, gané el concurso de la Academia de Bellas Artes de Chile de composición. Y con ese premio compramos los pasajes para venirnos a Europa. Vendimos todas nuestras cosas y casi sin apoyo de la familia, nos vinimos. Y así llegamos a Freiburg.

  • ¿Y qué hiciste en Freiburg?

Estudié mi máster en el Hochschule für Musik. Y también fui seleccionado en el programa Konzertexamen, que es el grado más alto que ofrece la universidad.

  • ¿Cómo fue el inicio de este nuevo desafío?

Cuando llegamos a Freiburg no teníamos ni un peso. Vivíamos en una casa que estaba infestada de arañas y trabajaba limpiando la basura en un hogar de ancianos. Y, claro, no me era tan fácil ir a los cursos de verano de Darmstadt o a los grandes festivales. No tenía los 100 euros que costaba la entrada ni menos para el alojamiento en otra ciudad.

Maximiliano Soto continuó su programa de estudios por dos años, conociendo y compartiendo con artistas de todo el mundo.

  • Hasta que fuiste seleccionado por la Südwestrundfunk Symphonieorchester (SWR)…

Yo estaba en la casa creando redes y compuse unas piezas de orquesta que me tomaron tres años. Ya estaba perdiendo la esperanza hasta que me dije, ya, este es mi último intento. No me importa si nadie toca mi música. Voy a sentarme y voy a componer una pieza de orquesta. Y fue esta pieza la que quedó seleccionada en el SWR y su estreno fue en el año 2021, poco después de terminar mi máster.

  • En Alemania hoy se encuentran una serie de artistas con la ilusión de poder desarrollar una carrera como la tuya en Europa. ¿Qué consejo les podrías dar?

Es difícil dar un consejo porque se necesita mucha suerte también. Pero en el momento en que, y perdón que va a sonar como un cliché de lo más barato, pero en el momento en que llega esa suerte, te tiene que pillar con un trabajo de años. En mi caso eran diez años de investigación, de una poética personal, de confiar en uno mismo, cuando nadie más lo había hecho. O al menos, de buscar gente que sí confía en tu trabajo. Pero, obviamente, detrás de un premio hay como diez que se perdieron.

  • Hablando de premios, cuéntanos cómo llegaste al Premio Busoni de las Academias de las Artes de Berlín (Akademie der Künste).

Es bien importante el premio. Es un concurso al que te nominan. Uno no se puede postular a sí mismo. Fue como en las películas, uno llega a la casa y, ah, llegó una carta de la Academia de Artes de Berlín y te dice, usted ha sido nominado para este premio.

  • ¿Y cómo te encontraron?

Este concurso tiene como misión la de buscar y cazar talentos. El premio está dirigido a alguien que recién haya terminado la universidad y que, desde la opinión de los miembros de la Academia, no es lo suficientemente conocido. Es decir, si a uno ya le está yendo bien, no te dan el premio, porque la idea es descubrir talentos que no han tenido la exposición que ellos consideran que merecen.

  • ¿Cuál fue tu reacción cuando te confirmaron que habías sido el ganador de la versión de 2024?

La verdad es que no lo podía creer. Cuando me nominaron yo ya estaba un poco incrédulo y cuando me dieron el premio lo recibí con cierta amargura, ¿sabes?

  • ¿Por qué?

Es como, pero, ¿por qué a mí? Porque uno viene de una cultura que jamás ha creído, siquiera, que componer sea una profesión. Siempre ha sido mirado en menos, con una familia que no siempre estuvo convencida. Y por eso, recibir este premio, y no solo recibirlo sino que ser el primero hispanoamericano en recibirlo duele, porque me daba cuenta que ni siquiera yo mismo creía en mí. Es como un virus, como algo que va infectando esa incredulidad y empiezas a pensar que las piezas no tienen valor alguno…

  • ¿Y has logrado recuperarte de ese virus?

Es que no es como que uno se pueda sanar. Es una forma en como uno ya ha crecido y por eso duele.

Ahora, hay deseos de escribirle al mundo y de hacer música con el apoyo de una institución que es muy relevante en nuestro campo artístico. Debí haber creído más en mí mismo y entender que este no es un éxito personal, sino también de cientos de personas que en un momento confiaron en mí y que yo hasta ese momento no había sido capaz de entender.

  • En tu carrera has estado en distintos tipos de escenario. Algunos más grandes que otros. ¿Dirías que para ti es importante tener la posibilidad de llegar a distintos públicos, o quizás prevalece estar en contacto con quienes entienden mejor tu estilo de música?

A ver, déjame pensarlo. Dame un segundo… (Maximiliano se toma un par de minutos antes de responder).

Mira, te lo respondería más o menos así. El público siempre está presente. En cada nota que uno escribe, en cada proyecto que uno se imagina, siempre hay una audiencia que lo está escuchando, aunque sea virtualmente, en la imaginación.

Y respondiendo a tu pregunta, cuando tengo las piezas, las composiciones que más me importan y las estreno… al momento de subir al escenario y de encontrarme con el público cara a cara, muchas veces al volver a la casa me pregunto: ¿Es esta la audiencia que yo me imaginaba? Y la verdad, no sé si el público para el que yo escribo existe realmente. Mi música tal vez es para un público que no existe. Es un enigma, es algo que uno no siempre puede saber con certeza.

  • Este año tienes un proyecto en Chile.

Sí, voy a volver a Chile. Eso sí, no en persona. Pero mi música viaja y haré una colaboración con la Orquesta de Cámara de Valdivia. Es la primera vez que ocurre una colaboración de este tipo y para mí, es también la primera vez que trabajo como compositor en residencia de una orquesta en Chile.

  • ¿Te tiene entusiasmado el que tu música se escuche, nuevamente, en Chile?

Sí, por supuesto que es una experiencia. Haber ganado ese concurso es una responsabilidad tremenda y de la cual estoy muy agradecido.

  • Y en Alemania, ¿tienes algún proyecto a futuro?

Poco después de que me dieron el premio en Berlín, obtuve la beca de la Deutsche Bank Stiftung, para teatro musical, donde voy a componer una ópera de 20 minutos para el Ensamble Modern. Este es uno de los grupos más importantes de Europa de los últimos 40 años y su estreno será el 26 de octubre del 2026 en Frankfurt.

Y a nivel personal sigo siempre trabajando con grupos regionales, con la escena independiente, con ensambles nuevos y con jóvenes, sobre todo con aquellos que recién están entrando en la escena.

  • Y, por último, me gustaría preguntarte, ¿cómo llega la inspiración a tu música?

Ay, qué difícil. La inspiración, digamos, nace siempre del enigma que ocurre en la conversación con las personas que van a tocar la música. Yo no me pongo a escribir sin antes tener un acuerdo previo con la persona que va a tocar la obra en el escenario. Siempre hay un intérprete con el que yo estoy imaginando que va a haber un diálogo o que ya está el diálogo andando. Y en ese diálogo, que puede ser imaginario o concreto, hay enigmas que escapan a las palabras. Y mi trabajo es tratar de captar ese momento.

La música en sí misma es como una cicatriz de ese proceso. Es siempre inesperado.