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Columna de la Embajadora María Inés Ruz

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Chile y El Salvador en septiembre

Los acontecimientos de los últimos días en Chile nos hacen recordar que septiembre es siempre un mes que torna colorido nuestro calendario.  Y es que no sólo florecen los árboles para avisarnos que llega la primavera, el mes de la patria, de la cueca y el vino tinto. También, y desde hace 41 años, transitan tonos grises y hasta  muy oscuros, para hacer presente que la realidad  nunca es en blanco y negro, sino siempre más compleja.

Así, los atentados explosivos que en los días anteriores a este 11 de septiembre provocaron gran impacto en la  opinión pública dentro y fuera del país, suscitaron una respuesta de unidad nacional en torno a la convocatoria de la Presidenta Michelle Bachelet.

Nadie quiere desandar la ruta democrática que se construye –no sin dificultades– desde la derrota política de la dictadura militar en el plebiscito de 1989.

El país vive hoy un nuevo ciclo marcado por urgencias.

La ciudadanía reclama mejores condiciones de vida, una sociedad de derechos;  con salud y educación de calidad; con pensiones dignas, con más equidad y una distribución más justa del ingreso.

Para atender aquellas demandas, el gobierno propuso una reforma tributaria que acaba de ser aprobada en el Congreso Nacional y que permitirá recaudar 8 mil 300 millones de dólares, equivalentes a 3 puntos del PIB. El sentido más profundo de esta reforma es que las personas y las empresas con más recursos paguen más. La nueva ley apunta a disminuir la evasión fiscal; a incentivar la inversión y el desarrollo de la pequeña y mediana empresa.

Esta buena noticia es tributo adecuado para celebrar el Día de la Independencia Nacional este 18 de septiembre: hemos dado un nuevo paso para disminuir la desigualdad, para profundizar la democracia y fortalecer nuestras instituciones. Chile es hoy más independiente.

Y somos también cada vez más latinoamericanistas y buenos amigos. Por ello, a comienzos de septiembre, en Santiago,  el poema de Nicanor Parra que leyeron a dos voces los cancilleres de Chile, Heraldo Muñoz y de El Salvador, Hugo Martínez, resonó fuerte en nuestros corazones.

Aquellos versos de El Hombre Imaginario nos sorprendieron al concluir la reunión del Consejo Binacional. Allí, los cancilleres sellaron el compromiso de estrechar más nuestra relación, trabajar para acrecentar el comercio, la inversión, el intercambio cultural, la cooperación en planes de desarrollo y seguridad, así como el impulso a la integración regional.

Lo que ocurrió en Santiago no fue imaginario. El canciller Martínez se reunió con la Presidenta Bachelet y le entregó una especial invitación del mandatario salvadoreño, Salvador Sánchez Cerén, para que visite El Salvador.

Además, junto a la Ministra de Cultura Claudia Barattini, puso su firma en el “Memorándum de Entendimiento entre el Consejo Nacional de la Cultura ya las Artes de Chile y la Secretaría de Cultura de la Presidencia de El Salvador, sobre Intercambio y Cooperación Cultural”.

Hay razones para el optimismo: tenemos propósitos comunes, experiencias que compartir y un programa de trabajo que poner en marcha por ambos gobiernos que inician sus respectivos mandatos.

Sin duda septiembre entrelaza nuestros ideales independentistas.

Fuente: Elmundo.com.sv